Una mujer se somete a un tratamiento radical para mejorar su apariencia. Pero lo que empieza como una promesa de perfección y juventud eterna, pronto se convierte en una pesadilla, cuando no sólo su cuerpo, sino sobre todo su mente, se desmorona.
Esa es la sinopsis de La sustancia, película dirigida por Coralie Fargeat (Coralí Farga)y protagonizada por Demí Mor, Margaret Qualley (Quali) y Dennis Quaid (Cueid), la cual acabo de ver y, debo confesarte, lo que más me sorprendió no fue su argumento sino la ejecución visual, llena de sangre, remiendos y vísceras.
Seamos honestas, ¿hay algo más real, más palpable y tormentoso que la presión estética que históricamente hemos sufrido las mujeres? El molde siempre ha estado allí, sus formas son las que van cambiando: de gordas a flacas, de flacas a llenas de curvas, ahora morenas, mañana blancas, eso sí, siempre jóvenes, alegres y con la piel de porcelana, que el sol, la violencia y los años no dejan huellas sobre nuestro cuerpo.
Pero si el argumento no descubra el hilo negro, osea no nos diga algo que no sepamos, lo que sí hace es gritarlo y, aumentar ese grito es cada vez más necesario, sobre todo para las que anhelamos envejecer con dignidad, sin una gota de botox bajo la piel, sin pactar con quienes se enriquecen a costa del deseo de validación externa.
Es por eso que, uniéndome al grito, quiero recomendarte cinco libros que expanden las reflexiones presentadas en La sustancia.
1. El cuento de la criada, de Margaret Atwood
¿Hasta qué punto la sociedad regula quiénes somos a través de nuestro cuerpo? Esta pregunta no sólo resuena en la película de Fargeat sino también en El cuento de la criada, novela distópica publicada en 1985 y escrita por Margaret Atwood.
En la obra de Atwood, las mujeres no tienen derechos y están divididas en categorías. A Offred, por ejemplo, se le ha asignado la de criada, que significa pertenecer al gobierno y existir únicamente para procrear, después de que una catástrofe nuclear dejara estériles a un gran número de personas.
Y aunque no lo parezca, el destino de las criadas no es el peor: a las no mujeres, como llaman a las que no pueden tener hijos, lesbianas, viudas y feministas, se les condena a trabajos forzados en lugares donde el nivel de radiación es mortal.
Con esta feroz historia, Margaret Atwood nos invita a reflexionar sobre la libertad, los derechos civiles, el poder, la fragilidad del mundo tal y como lo conocemos, el futuro y, sobre todo, el presente, donde el cuerpo de la mujer aún sigue siendo controlado por el Estado y las corporaciones.
2. Las voladoras, de Mónica Ojeda
Como dije al inicio del video, la forma en la que la película ejecuta visualmente el deterioro y la mutilación corporal es impactante. Pero nuevamente, nada novedoso, sobre todo si tú, como yo, ya has tenido la oportunidad de adentrarte en los textos de algunas de las escritoras latinoamericanas más leídas de la actualidad, como es el caso de Monica Ojeda y su libro de cuentos Las voladoras.
Criaturas que se suben a los tejados y alzan el vuelo, una adolescente apasionada por la sangre, una profesora que recoge la cabeza de la vecina en su jardín, una chica incapaz de separarse de la dentadura de su padre, mujeres que se lanzan desde lo alto de una montaña, terremotos apocalípticos, un chamán que escribe un conjuro para revivir a su hija…. Eso y más encuentras en los ocho cuentos que reúne Ojeda en Las voladoras y que se ubican en ciudades, pueblos, páramos y volcanes donde la violencia y el misticismo, lo terrenal y lo celeste, pertenecen a un mismo plano ritual y poético.
Las voladoras explora el terror físico y psicológico en escenarios donde la violencia hacia el cuerpo femenino se manifiesta tanto de manera simbólica como real. La autora ecuatoriana, al igual que La sustancia, nos muestra de qué forma los cuerpos de las mujeres son campos de batalla.
3. Tierra fresca de su tumba, de Giovanna Rivero
De Ecuador me voy a Bolivia para recomendarte Tierra fresca de su tumba, de Giovanna Rivero
La legitimidad de la venganza, el incesto como medio de supervivencia, brujería indígena versus tradición japonesa, el cuerpo como la víctima fatal que habitamos… Narrados con un lirismo frágil y feroz, los cuentos de Tierra fresca de su tumba punzan los abismos del alma humana, y a la vez reforman los límites del gótico para incorporar ritos precolombinos, leyendas, ciencia ficción y erotismo.
Como en La sustancia, los personajes de Rivero se enfrentan a realidades que desbordan lo material y lo tangible. Aquí, la frontera entre la vida y la muerte es difusa, y lo corporal sigue siendo eje central de conflicto.
4. El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde
“Cuando se le acabe la juventud desaparecerá la belleza, y entonces descubrirá de repente que ya no le quedan más triunfos, o habrá de contentarse con unos triunfos insignificantes que el recuerdo de su pasado esplendor hará más amargos que las derrotas. Cada mes que expira lo acerca un poco más a algo terrible. El tiempo tiene celos de usted, y lucha contra sus lirios y sus rosas. Se volverá cetrino, se le hundirán las mejillas y sus ojos perderán el brillo. Sufrirá horriblemente…¡Ah! Disfrute plenamente de la juventud mientras la posee.”
Aunque bien podría ser un diálogo de La sustancia, ese fragmento es de El retrato de Dorian Gray, novela escrita por Oscar Wilde.
El libro narra la vida de Dorian, un hombre que, aunque no consume ninguna sustancia, hace un pacto para conservar su juventud eterna. Este acuerdo implica que un retrato suyo, pintado por un amigo, será el encargado de reflejar no sólo el paso del tiempo, sino también todas las imperfecciones y mezquindades que Dorian cometerá a lo largo de su vida.
El retrato de Dorian Gray confronta a la juventud y a la belleza como falsos ídolos. Al igual que en La sustancia, la imagen física esconde verdades más oscuras. Esta dualidad entre apariencia y realidad también nos interpela: ¿qué sacrificamos por mantener una imagen perfecta y jovial, por construir la mejor versión de nosotras mismas?
5. El mito de la belleza, de Naomi Wolf
Termino este video con un libro que fue un antes y un después en mi vida: El mito de la belleza, en el que Naomi Wolf revela cómo la cultura contemporánea exige que las mujeres se adapten a normas físicas imposibles, generando una insatisfacción constante y dependencia de la validación externa.
Naomi Wolf se enfrenta a la industria de la belleza, tocando temas bastante complejos como los son los trastornos alimenticios y mentales, el desarrollo de la industria de la cirugía plástica y la pornografía.
No importa en qué parte del libro detengas la mirada, cada página seráuna revelación. Por ejemplo, ahora mismo lo abro y obtengo este párrafo que bien podría resumir el argumento de La sustancia:
“Las mujeres tienden a preocuparse por la perfección física de una forma que raramente se da entre los hombres. Esta actitud se debe al hecho de que el Génesis afirma que todos los hombres fueron creados perfectos, mientras que la Mujer comenzó como un trozo de carne inanimada: maleable, sin forma, sin autorización, cruda, en resumen, imperfecta. Por supuesto, desde un punto de vista físico, los hombres no envejecen mejor. Sólo envejecen mejor desde el punto de vista de su estatus social. Este error en nuestra percepción proviene del hecho de que nuestros ojos están entrenados para ver el tiempo en los rostros de las mujeres como un defecto, mientras que en los de los hombres indica personalidad.”
Y a tí, ¿qué te pareció La sustancia? ¿Qué otros libros, canciones o películas rememoraste al verla? Déjamelo saber en los comentarios
